Motivación en la Actividad Física

27 de agosto de 21

Una de las cosas que más logra frustrar a los atletas es lo poder lograr los resultados esperados luego de un periodo de entrenamiento determinado. Ésta frustración luego termina siendo canalizada en contra del deporte practicado, el entrenador, las instalaciones de entrenamiento, los zapatos, el tiempo, las lesiones…y luego resulta que el problema no era ninguno de los antes mencionados, sino en realidad se trataba de un mal planteamiento de objetivos o de un análisis específico de los indicadores del logro de objetivos.

Por ello, resulta imprescindible el poder entender que hay objetivos de diferente temporalidad, objetivos abstractos, objetivos de imagen, de rendimiento, etc. Por ejemplo, hay personas que buscan un entrenamiento con el objetivo de bajar de peso. Algo extremadamente común y absolutamente ambiguo y sumamente mal interpretado. No es sino hasta muy reciente, que la Organización Mundial de la Salud ha decidido (por fin) cambiar la forma de medir en las personas el riesgo de sufrir obesidad en tres diferentes niveles. Antes, el Índice de Masa Corporal (IMC) era la forma de comprender si alguien estaba por encima o por debajo de lo “adecuado”. Éste índice contempla la relación entre el peso y la estatura de una persona e incluso hay tablas para rápidamente conocer la “calificación”. Pero, pongamos el siguiente ejemplo: dos personas de la misma estatura (1.80 mts.) el mismo peso (80 kgs) y mismo género (masculino). En realidad, y de acuerdo a las tablas internacionales del IMC éstos dos individuos tendrán el mismo IMC (24.69) y lo pondrán en un rango de peso “normal” y sin riesgo. Sin embargo, no contempla la edad y tampoco en realidad el factor de riesgo más importante: EL PORCENTAJE DE GRASA. Si le agregamos ésta variable al análisis podríamos observar que ambos distan mucho uno del otro…uno de ellos tiene un porcentaje de grasa de 32% y el otro de 17%. ¿Cuál tiene más riesgo? Definitivamente, el que tiene hoy 32% deberá hacer algo por cambiar ésta única variable y sin siquiera contemplar el peso. Así de grave es el tema. Incluso en el IMSS siguen observando el IMC como parámetro…pero esa, es otra historia.

Lo mismo puede pasar con alguien que decida empezar a entrenar para correr una carrera de 21 kms. De pronto alguien se levanta escucha las ventajas de correr y se propone correr 21kms. El objetivo es claro, correr una cierta distancia, sin (por el momento) contemplar el tiempo. Pero aquí hay que considerar el tiempo para entrenar día con día, los antecedentes deportivos, lesiones, etc, etc, etc. Una larga lista de variables que puedan ayudar a entender los avances del día a día. Se deben comprender los avances en factores que sean cuantificables. de manera objetiva. Una forma de comprender esto es de la siguiente forma:

SEMANA 1 SEMANA 6
DISTANCIA RECORRIDA 5 KMS 5 KMS
TIEMPO 30 30
VELOCIDAD PROMEDIO 10 KMS/HR 10 KMS/HR
FRECUENCIA CARDIACA PROMEDIO 150 140
SENSACIÓN SUBJETIVA DE FATIGA 8 8
TIPO DE TERRENO SIN CAMBIOS, PLANO SIN CAMBIOS, PLANO

En realidad, podemos pensar que en 6 semanas el/la atleta no ha logrado grandes cosas. ¿Corriendo la misma distancia, realiza el mismo tiempo no? Pues sí, corre el mismo recorrido, en el mismo tiempo; sin embargo, su frecuencia cardiaca es ¡10 latidos menor en promedio! Esto significa que, aunque él/ella perciba la misma sensación de fatiga, en realidad le está costando a su cuerpo mucho menos esfuerzo. En cada minuto que corre, está gastando menos energía y esto lo lleva entonces a la conclusión de en realidad poder correr más rápido en el mismo espacio de tiempo en los antes 150 ppm, es decir acabar en menos tiempo los mismos 5 kms, o por el contrario empezar a experimentar mayores distancias en la misma frecuencia de 140 ppm. Es decir, a simple vista pareciera que no hay mejoras, pero al entender la fisiología del ejercicio podemos jugar con diferentes variables y no solo fijarnos en el tiempo total y la distancia recorrida.

Es muy común entablar conversaciones con diferentes personas que están bajo un programa de entrenamiento y escuchar sus resultados y con ello viene invariablemente la comparación constante con uno mismo. Sin embargo, eso rara vez ayuda porque no estamos analizando todas las variables de cada atleta y debemos ser muy cautos con el análisis comparativo y en realidad fijarnos en una sola cosa: ¿SOY O NO SOY MEJOR ATLETA QUE HACE 6 SEMANAS?  y responder de manera binaria: SI Ó NO. Si la respuesta es afirmativa, tengo que entender en QUÉ soy mejor. Si logré correr más rápido con menor frecuencia cardiaca promedio significa que no solo soy más rápido, sino que también logré hacer más eficiente a mi cuerpo, donde con menos latidos por minuto logro hacer llegar la misma cantidad de oxígeno a mi cuerpo creando energía a menor costo. Si logré bajar de talla, sin bajar de peso, pues logré mantener mi peso, pero bajando mi porcentaje de grasa…y así en cada caso.

Es importante entender que el rival más importante que debo vencer semana a semana es mi propio ser y debo sentir, saber y entender en qué estoy mejorando y si no es así, actuar en consecuencia y si efectivamente soy una mejor versión de mí mismo, felicitarme y seguir adelante, con objetivos claros y realistas.

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